Naroa Lezkano, entrenadora del club Yin-Yang, se graduó recientemente como técnica de III Nivel Nacional de Karate siendo de esta forma la primera mujer en Álava que alcanza el máximo reconocimiento por la FVK en la enseñanza. Una hazaña fruto de su pasión por este deporte y que llega tras unos meses de incesante trabajo entre los que ha tenido que superar una delicada intervención en ambas piernas. Hace poco más de dos años, Lezkano se graduó como Cinturón Negro 5º DAN, un logro que requiere un elevado nivel en el dominio de este deporte en todas sus facetas y le permite convertirse en la primera mujer Alavesa que alcanza tan importante distinción.
¿Cómo se siente después de alcanzar este reconocimiento?
Muy contenta, tuve una operación en diciembre del 2022 y el curso empezaba 15 días más tarde de la intervención. La recuperación estaba prevista para año y medio porque me operaron de las dos piernas. Han sido unos meses de muchísimo trabajo. Hasta julio lo pasé muy mal porque fui en contra de todas las recomendaciones médicas, pero tenía que aprovechar el momento porque no siempre sale un curso de este tipo. La federación vasca me brindó todas las facilidades posibles.
¿En qué consiste el curso?
El curso se dividió en dos partes; la común, que era online, y la específica, que tenía que ir los fines de semana a San Sebastián o Bilbao desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la tarde. La parte teórica ha salido genial con muy buenas notas y la parte específica ha sido muy productiva porque me he podido rodear de otras personas con gran conocimiento y con la que comparto afición.
“Hasta julio lo pasé muy mal porque fui en contra de todas las recomendaciones médicas, pero tenía que aprovechar el momento porque no siempre sale un curso de este tipo”
¿Qué le supone alcanzar el Nivel III?
Es muy importante lograr este título porque te puede abrir muchas puertas. Si es gente joven es algo que recomiendo intentarlo, aunque es cierto que necesitas apoyo. Reconozco que mi familia me ha liberado muchas horas de trabajo en el gimnasio para poder estudiar y sacar hacia adelante el curso. Para una persona que trabaja, tiene compromisos familiares y además tiene que estudiar, creo que es difícil que le llegue a compaginar todo porque la exigencia de las tareas es muy grande. Es muy duro ir todos los fines de semana desde enero hasta julio, pero lo recomiendo porque es muy fructífero. Se aprende mucho al profundizar en tu deporte.
¿Nota un mayor reconocimiento desde que logró el título?
A nivel personal sigo exactamente igual, pero con el tercer nivel puedo examinar a gente hasta el cinturón marrón incluido y presentar a alumnos para el cinturón negro en la Federación Española. También me permite examinar y formar parte del tribunal de grados. Participaré como miembro examinador en el examen que tendrá lugar el 17 de febrero en Llodio siendo la primera mujer que toma parte como juez de tribunal de grados en Álava.
Se podría decir que usted es una de las mujeres referentes en el karate alavés, ¿verdad?
Admito que para la mujer es difícil abrir y hacer camino en determinadas áreas, pero no me puedo quejar de nada porque en ningún momento he sentido que por ser mujer fuera más complicado lograr el título.
“Admito que para la mujer es difícil abrir y hacer camino en determinadas áreas, pero no me puedo quejar de nada porque en ningún momento he sentido que por ser mujer fuera más complicado lograr el título”
¿Le brinda más prestigio la consecución del título al ser la primera mujer en Álava en alcanzar el mayor reconocimiento?
Al inicio del curso no le di mucho valor porque trabajo en el karate prácticamente todos los días y lo tengo normalizado. Sin embargo, al recibir las felicitaciones por parte de la Federación Española sí que te das cuenta de que tiene su importancia. El disponer del título te brinda un reconocimiento aunque yo sigo siendo la misma y sigo trabajando con mis niños igual que el primer día. De hecho, la pasión por entrenar cada día es lo que más me motiva para ponerme a prueba.
El karate es un deporte que lo lleva en el ADN, ¿no?
Desde luego que sí. A los cinco años comencé con mi padre que daba clases en el polideportivo de Arriaga y le he seguido siempre de la mano. Tanto él como mi tío y mi madre me han ayudado mucho. Tengo mis estudios, con mi carrera, y pude trabajar de lo que estudié. Recuerdo que metía más horas de trabajo para disponer de días libres y poder ver a los niños, ya no era ni darles clase. Solo verlos porque no me daba tiempo suficiente como para entrenarles. Llegué a un punto en el que tuve que tomar una decisión y decidí dedicarme al karate, toda mi familia está ahí. En este sentido, mi padre siempre me ha encauzado a obtener todas las titulaciones y los grados para lograr todos los requerimientos necesarios. Tanto de árbitro como mi propio estilo de kárate, donde tengo el C.N. 5º Dan por la Real Federación Española y la KWF
¿Fue complicada la decisión de jugar todas las cartas al karate?
Estudié con muchas ganas lo que quería y tuve la suerte de trabajar de lo que estudié. Pero al trabajar de mañana y tarde no podía dar clases por la tarde. No me costó decantarme por el karate. Llegaba a entrenar prácticamente de noche y corriendo después de trabajar y en los campeonatos me di cuenta de que, por el trabajo, me estaba perdiendo toda la progresión de mis alumnos.
Tras lograr una hazaña como el Nivel III, ¿se marca algún objetivo para el futuro?
Seguiré implicada en los entrenamientos en el Yin-Yang. Los alumnos, tanto los jóvenes como los más mayores, son el motor que me animan a hacer cosas y también me tiran a examinarme del sexto Dan, tengo claro que lo haré. Me gusta ponerme a prueba en esos exámenes porque quiero saber si estoy realmente capacitada como para poder instruir. Además, para estas pruebas puedo seleccionar a diferentes alumnos y disfruto mucho porque trabajo con ellos de manera muy cercana, es muy grato. Son un ejemplo a seguir y es un honor entrenar a gente veterana como, por ejemplo, Maite Bañares. Es el reflejo de que tengo que seguir en el karate y me impulsan a seguir entrenando.
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